El día que aprendí de qué iba esto era una cría sabiondilla;
pero no sabía la que se me venía encima. Tantos años diciéndome a mí misma que
era mejor ocultarme en mi autismo antes que escuchar tonterías. Antes que oír
hablar de banalidades e informalidades que no me iban a hacer aprender nada.
Y entonces alguien me contó algo que no había oído en ningún
lado y que no podría aprender en los libros. SU VIDA.
Ya nací y estaba optimizando el tiempo, optimizando a la
gente, optimizando la cantidad de cosas que se pueden hacer a la vez y la
cantidad de información que se puede absorber. Intentar hacer deporte leyendo
un libro y aprendiendo prestidigitación con las manos para tocar instrumentos,
es enfermizo. Y entonces el agobio: solo una vida.
¡Solo una!
Que no me da tiempo a nada. Ni a vivir lo mío en una y yo
aquí perdiendo el tiempo escribiendo sobre tonterías. Pues ayer descubrí el
santo grial y esnifé kriptonita porque con vosotros viví en un día tres vidas. El
día que aprendí a escuchar me di cuenta de que lo que me ibas a contar, yo NUNCA
lo iba a vivir así. ¿Dónde queda entonces la posibilidad de que lo aprenda?. ¡Una
vida! Y entonces se multiplicó el tiempo y los agobios disminuyeron. Porque escuchándote
vivo mi vida, y la tuya, la de las novelas de la estantería, la de los
locutores de radio, la del libro de ciencias y la de las canciones de amor sin
estar enamorada.
Un día escuchándote, me hiciste vivir maravillas, tropezar
con piedras que nunca he visto o levantarme de ellas sin haberme caído. Me
donaste la patada en el estómago que te hicieron pasar, acompañada del dolor de
pecho que me dio que lo pasaras así. Me donaste hermanos aun siendo hijo único;
o padres que no quiero ser. Me donaste a tu madre que no es mi madre, pero
también es perfecta. Me donaste las veces que tu novio te dio las gracias por
existir, los momentos de risas jugando con las almohadas o esos en lo que
simplemente callados y ante todo, os queríais. Lo hice mío. Ese sentimiento lo
hice mío. Y aprendí a buscarlo.
Porque busco lo que no he vivido, pero recuerdo de tus
recuerdos. Recuerdo de lo que has sentido y envidio una vida que aún no he conocido.
Pienso correr detrás de tus palabras por hacerlas mías. Pienso exprimir lo que
aprendiste para poder aprender de lo aprendido. Pienso encontrar quien viva por
mí los caminos que no he escogido, e intercambiar puntos de vista desde lo que
se pueda mirar el mundo.
Todavía recuerdo
aquella noche subidos al tejado, en la que me preguntaste si escuchaba algo. Yo
juré no oír nada, nada más que silencio. Y me dijiste 'si escuchas con atención
- el mundo duerme- Oirás sus sueños'.
Porque ¿cuántos años lleva gritándote el mundo?-Por Main
Stanich.
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