martes, 28 de diciembre de 2010

Razón



No creo que todo pueda ser mentira.
Porque tengo dos manos, y una transcribe a la otra. Tengo dos manos bajo una monarquía cerebral y una siempre es más fuerte. La que escoge por ti. La que escoge tu mano. La que te eligió.
Y una transcribe a la otra. Da igual cuánto quiera resistirse la segunda, da igual cuantos argumentos de; porque mis elecciones no se pueden señalar con el dedo ni juzgar, y una mano nunca juzga a la otra, aunque decidan por separado.
Una mano te dibuja, la otra te razona. Esa mano te construye, la otra te destruye continuamente. Una me dice que eres cierto, la otra que no sueñe. Y mis decisiones las escoge solo una. ¿Sabes cuál? La que te escribe esta carta. Y soy diestra. La que se ha guiado por la razón, la que no apostó por ti. La que te aparta de mí, la que no te toca.
La que escoge por ti.
Porque hay cosas que ni la razón comprende pero que la verdad consigue. Y es que no hace falta que la mano que te dibuja te escoja. Ella ya lo había hecho. La necesidad estaba en que la otra lo hiciera. La sorpresa se encuentra en que la otra mano razonó y no fue capaz de argumentarte, y se venció a la lógica que guarda la locura. Y esa locura es que da igual qué mano sea la rige tus movimientos porque detrás de ellos estás tú, detrás está una experiencia que no comprendes en absoluto.
Algo que se escapa de tus manos.

Porque la vida real...no es razonable.

Por Main Stanich.