lunes, 18 de marzo de 2013

Valor


A Carlos y Alejandro:

Soy especialista en pensar que la edad no importa, no importa para creer, para crecer, para conocer, no importa la edad que tengas para ser alguien.

Ayer me enseñaste que no importa la edad para poder estar en todas y en cada una. Para poder reírte como un niño y hablarme como un adulto, para poder ser mi padre, mi hermano y mi hijo. Mi cabeza olvidó contigo con quién hablaba, si tenías veinte o treinta años o si eras bebé o anciano. La virtud te guarda en todas ellas. Me hiciste recordar que hay gente que a tu edad aprende a valorar las cosas mucho más rápido que con la mía.

Valórame.

-¿Qué precio me pones?
-Treinta monedas de plata.
-Que sepas que aún hay gente que puede ponerme un precio.
-Eso es que no te conocen y no te valoran.
¿Puede valer cada parte de mi vida una moneda?
Esta moneda vale cuando aprendí a caminar, y nunca dejé de hacerlo, vale lo que cuesta dar un paso detrás de otro. Vale lo que se sufre desconociendo el siguiente paso y lo que cuesta darlo.
Hay mil monedas que valen mis caídas. Los errores, los fallos, las veces que tropiezo y que necesito alguien para levantarme. No creo en los errores, no creo en que estén mal, creo únicamente en lo que se puede aprender de ellos.
Esta moneda vale las veces que me he levantado. Las veces que he recordado lo feliz que fui cuando sonreí a a la existencia, lo feliz que fui cuando después de tener las rodillas llenas de barro, tuve las manos con las que me he levantado, y tuviste las tuyas por empujarme a ello.
Hay una moneda que vale lo que nadie ve de mí. Lo que la gente no descubre antes de marcharse de mi vida. ¿La recuerdas? Hablamos de ella. Esa moneda que se guarda en la paciencia, y que todo el mundo quiere conocer, pero nadie espera a hacerlo. Esa moneda que se esconde tras una cortina llamada ‘juzgar’, tras el creer no valer más y no tener la suficiente fuerza como para buscarla. Ayer tú descubriste esa moneda, y yo podría vender por mil la tuya.
Porque demostraste ser feliz, tener capacidad para ello y sobretodo ser consciente de ello, cuando la mayoría no somos capaces de asumirlo, o no queremos. Mi mente descansa ahí y tanto se relaja que no puedo ni pensar que realmente lo soy, que ayer hablando contigo lo era, feliz. Y que aún hay gente que busca por serlo, y quiero conocer y descubrir a todas y cada una de las personas que lo intentan.

Por Main Stanich

18 de Marzo de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario