lunes, 19 de octubre de 2015

La zona de confort.


El lugar más cómodo que he conocido no eran tus brazos.

Hay un lugar dentro de mí al que no suelo querer llegar, porque me asiento. Es un lugar fascinante lleno de cojines y en el que mi trasero descansa. Es un lugar en el que todo es paz, serenidad, sentimientos planos y ganas de llorar sin hacerlo.

Es un lugar donde habita el silencio. Donde las prisas se paran y donde el alma se quieta. Es un lugar donde no soy feliz, pero tampoco lo contrario. Es el lugar donde establecerse, donde respirar..Procuro construir una zona de confort entre todas mis estancias.

Es el lugar donde no buscas, con lo que nunca encuentras. Es el lugar donde el tiempo pasa sin crecer, y donde se envejece sin ver el tiempo. Es el lugar donde no hay recuerdos, ni sonrisas ni cielo. Es un lugar donde no pasa nada.

Es el lugar donde ya no estás tú.

Es un lugar que es como las drogas. Crea dependencia y te hace ver la vida como si todo estuviera curvado a ti. Como si todo desde el otro lado, se viera distorsionado. Esa distorsión me produce miedo. Y entonces es cuando no sé en qué lado estoy. Si soy la yo pequeña y esmirriada que no puede llegar a nada porque vive hundida en agua, o soy un reflejo de mí misma distorsionado en la curvatura de mis límites.

Porque es el lugar de los límites.

Es un lugar tan distorsionado que mueres de tristeza viendo el reflejo de algo tan grande que no puedes alcanzar, por los límites.

Es el lugar donde se muere de pena. Donde se empobrece el alma y crece el musgo. Donde se marchitan las flores y las aspiraciones. El lugar donde nada me daña porque nada me toca. Y donde si no salgo,  me pudro.

Hay una promesa ahí, al otro lado. Una promesa de crecer, de aprender, de volver y revolver.
Hay un sentimiento angustioso y doloroso aquí dentro. Es un baúl de recuerdos que no abro. Porque creo que si lo abro, me toparé con un precipicio que no puedo saltar. El precipicioo para salir de la pecera en la que me he hundido.

Hay un lugar dentro de mí al que no suelo querer llegar, porque me asiento. Y si me asiento no me doy cuenta de que es solo...agua...y yo. Y el silencio.

Vamos salta...tú puedes hacerlo. Que nadie vuelva a hundirte en ella.


Mi vida empieza aquí, donde acaba tu pecera. 

Por Main Stanich. 

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