A veces pienso que me va a explotar la cabeza, que las cosas
se van a salir de mí. A veces pienso que los regalos son demasiado grandes y
mis manos demasiado pequeñas. Que no puedo pensarte porque ya no pienso. Que no
puedo creerte porque ya no creo. Que no puedo esperarte porque ya no espero…
Y entonces es cuando el tapón de botella que hay en lo alto
de mi cabeza, sale corriendo. Entonces se marchan las presiones, los agobios y
el salir huyendo. Entran el agua, el vino y las cervezas.
A veces pienso que las cosas pueden ser distintas.
Que hay gente que se dedica a ponerse tapones cerebrales, y
gente que nació para descorcharnos. Hay gente que se ahoga en un vaso de agua,
y gente que simplemente, sabe nadar. Nadar es luchar.
Luchar es ganar. Luchar
SIEMPRE es ganar.
Hay veces que nos escribimos a nosotros mismos y nos
encerramos para que nadie nos lea. Para que nadie vea nuestro interior, nadie
sea capaz de entendernos y comprendernos. Tenemos miedo a que lo hagan. No me
mires, no me leas, no me creas, no me toques, no me sientas,… Tenemos miedo a
que nos vean. Lo que no sabemos es que somos transparentes. Por muy duros que
intentemos hacernos, por muy opacos que creamos vernos, por muy fuertes y resistentes; somos
transparentes. Se ve lo que ocultamos y se lee lo que pensamos. Porque cuanto
más duros seamos, mas fácil es rompernos en pedazos.
He dejado mi cuerpo de cristal flotar en otras aguas. Ver que
le depara el mañana y balancearse en busca de quien quiera encontrarme o caer
en otras playas que tengan nuevos sueños.
Eres quien sabe encontrarme. Hazlo, ven a buscarme. Yo solo
floto. Flotar, hay veces que ya me parece demasiado.
Hay dos tipos de personas. Las que se tiran al mar huyendo y
las que se tiran al mar buscando.
Pero las dos se tiran al mar.
Están ahí. Estamos todos.
Sácame de mí.
Por Main Stanich.
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