jueves, 7 de junio de 2012

Flores...


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Estámpate con los reflejos del agua. Vuelve a salir y a recordar que todo suena a hueco, a vacío. Vuelve a meter la cabeza, a veces estás más a gusto ahí abajo, ahogándote.

A veces el universo se está pudriendo a tu alrededor y lo único que tú quieres es que crezcan las flores de tu ventana. El resto te la sopla, el resto te da igual. Solo hay agua en el mundo para tus flores.
Abrir los ojos en medio del agua es como estar soñando, es como perderte en la miopía de la vida, perderte en un infierno de color azul que solo ondea. Y no se oye nada, o todo. Hasta el sonido de la cadena del tapón de la bañera.

A veces las arrancas por despecho, por la furia y la falta de cordura. Arrancar cada uno de sus pétalos como si fueran margaritas, como si se les cayera el pelo o tuviera miembros erráticos. A veces esperar a que se sequen para escuchar el chasquido al ser pisadas por mis pies.

Sigue creyendo que no te escucho. Sé que estás metida entre el champú y las burbujas. Sé que se te arruga la piel aunque no te vea, y que aunque cierres los ojos, el vacío ese que sientes no se llena. Es porque no estoy. Es porque hace tiempo que riego cualquier otro campo que no sea el de tu bañera.

Querer que las flores crezcan más deprisa es un problema. Cuando añades esperanza en el abono, quieres que te crezcan girasoles; pero a veces las amapolas te invaden los campos de crudeza. A veces encuentro el sentido a cosechar de mis problemas, a regarlos de cariño …

Tu horizonte no se escapa, está en el borde de porcelana. Tu vacío no cabe por el desagüe y no se escurre cuando quieres, no deja de hacer que te huela el pelo. Tu mirada perdida al techo me es conocida, me recuerda a los momentos en que sabías que yo iba a regar mis plantas, las tuyas, las de la vecina, …esa mirada perdida cuando sabes que todo acaba. Todo acaba como empezaba. Con el momento en que decidí ahogar mi conciencia en el fondo de mi bañera. El momento en que regar cualquier planta era mejor que escucharla llorar con la puerta cerrada. El momento en que regar es lo único que me quedaba.

Y postrada en el baño con mis flores, y viendo cómo te escabulles en busca de otra que quiera escucharte. Mis flores flotan en tus aguas. Y mi entereza flota  sobre mi conciencia. Eres la peor amante que he podido tener para dejar de ser libre. Libre. La amante más apegada y más enferma.  No me has dejado vivir, CONCIENCIA.

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