miércoles, 5 de febrero de 2014

Madre.

Es curiosa la manera en que ELLA me educa. ¿Cómo fue así y no de otro modo? Simplemente dejó a mi libre albedrío lo que puedo o no puedo hacer y luego...esperó. Lo que yo no sabía en un principio es que eso no es solo lo que puedo o no puedo hacer. Es dejarme pensar a mí, una niña y no a ella, lo que debo o no debo hacer; lo que debería establecer un adulto. Y ahí estaba yo decidiendo y aprendiendo, y tomando las decisiones más difíciles de mi vida.

      No es dónde está el límite, sino dónde está MÍ límite. 

Sólo me lo pongo yo, nadie más. Y es ahora cuando paro y veo cómo yo planté mi límite y con los años y la costumbre lo he ido moviendo poco a poco, y no he podido verlo. Hubo un límite. Existe.
Yo no lo ví y lo salté con el mío. Ahora lo veo y lo reconozco, y me martirizo. Esto es a lo que me educaste, mamá, a CONTROLAR el límite.
Ahora soy más fuerte y más débil a la vez. No puedo conmigo pero me soporto, ahora solo controlarme y está hecho. A por ello.


A por mí.


Por Main Stanich

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